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miércoles, 14 de enero de 2015

pequeñas delicatessem

A quienes nos gusta escribir no solo nos gusta imaginarnos las historias, sino lograr que vosotros también la visualicéis: Por eso os propongo un sencillo ejercicio:
Imaginad por un momento que en el escaparate de una pastelería existe una tarta con un aspecto exquisito, tentador, apetitoso...en definitiva increible, al menos visualmente. Pero tú, que eres una persona precavida y cauta, y por experiencia sabes bien que pese a su bonita imagen, puede saber a rayos, o puede resultar de lo más indigesta, no te atreves a comprarla, aunque tu boca manche de babas todo el escaparate. ¿Dónde está el problema os preguntaréis? Pues que os gustaría al menos poder probar un poco para saber si os llegará a gustar de sabor, o sino os va a resultar indigesta, pero maldito destino, en la tienda no te dejan meter la cuchara y probarla...
Tras esta soberana gilipollez sobre comida, donde además de dejar entrever mi gusto por la comida dulce, trato de explicaros, yo con mi solemne afán pedagógico de maestro liendres, que sabe de todo pero de nada entiende, que en la literatura si existe la posibilidad de probar la tarta antes de comprarla. En muchas ocasiones cuando vamos a la librería, al menos en mi caso procuro comprarlo en esta clase de establecimiento donde el trato es más amable, además de entender sobre la materia, no nos atrevemos a comprar ciertos libros pese a que o bien su portada, o su sipnosis nos ha conquistado. Eso se debe a que no será la primera vez que pese a un buen resumen, o una imagen evocadora, la novela tras leerla nos ha defraudado más que la báscula a Falete. Pero en el caso de la literatura, existen autores que dan a probar pequeñas delicatessen, o bien en forma de adelanto de un par de capítulos, o a través de un relato en una antología.
En esta última, los autores tratan de condensar toda su prosa, recordar que un relato es una historia contada en muy poco espacio. Son una forma sencilla de saber como será el pastel literario de ese autor. Además, las antologías muestran la posibilidad de conocer a otros autores que de otra forma jamás hubiesen probado. 
Abogó por estas pequeñas delicatessen para que muchos de vosotros lectores os acerquéis sin miedo a probar con autores menos conocidos. Existen infinidad de antologías, muy buenas, y en muchos casos
gratuitas como el caso de Vampiralia, coordinada por Enrique Montiel y Daniel Lanza, otras como en la que participé como Iberia Sumergida. Próximante tendréis noticias de una antología sobre relatos ucrónicos.
¿Os animáis a probar estas delicatessen? ¿Qué opináis sobre las antologías?

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