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domingo, 13 de diciembre de 2015

Una inesperada visita de hielo y fuego.


Quizás su primera pregunta al verme en la puerta de su domicilio sea quién demonio es este tío, sinceramente es un dato intrascendente, quédese solo con que soy uno de tantos lectores de su obra. Mi nombre es indiferente, tan solo soy el representante de cientos de admiradores de todo el mundo. Nadie me ha elegido, no hizo falta. Todos elogiarán mi acto.
¿Por qué traigo en una mano un ramillete de bolígrafos y en la otra pegamento? No es mala pregunta, pero quizás la adecuada hubiese sido por qué no he traído un  arma en mis manos. Básicamente porque hubiese actuado como usted, de manera desdeñable, con ira, tal como ha venido haciendo con cada uno de los personajes de los que nos hemos ido encariñando. Pero en mi caso soy una persona pacífica, por eso los bolígrafos y el pegamento. Bolígrafos por si su ordenador no va en condiciones, siempre habrá un papel donde escribir, y pegamento para anclarlo a su silla. Hágame el favor de no malgastar el tiempo en nimiedades, su salud está delicada, y realmente no deseo que sea otro quien prosiga su obra.
Mi objetivo está a la vista, es bien claro, se puede decir  más alto pero no mejor:
¡Acabe de una maldita vez su saga!

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